No podía, me mataba la intriga,
aquella cicatriz era de lo más extraña, no pude llegar a imaginarme lo que le
había pasado, así que acabé preguntándole.
-¿Y qué te pasó?
El suspiró.
-No lo recuerdo, la verdad es que
era muy pequeño… no… lo recuerdo.- De pronto se encorvó hacia atrás y aulló de
dolor.
-¿Qué te pasa?
-Nada, nada, estoy bien, solo es un
pinchazo, un maldito pinchazo.- Se pasó la mano por la espalda con la mirada
perdida hasta que sus ojos volvieron a posarse en mi, se notaba que intentaba
disimular el dolor.- Deberías irte. Tú madre estará preocupada.
-Sí, bueno, tal vez sea mejor que
te deje descansar.- Dije mientras cogía mi bolso y me peinaba un poco con los
dedos.- Anoche te apunté mi número de teléfono en el móvil, cuando necesites
hablar ahí estaré.
Sacudí mis brazos y los dejé caer.
-Bueno… me voy.- Me acerqué a él y
le besé al lado de su boca, tal y como él había hecho la noche anterior.
Me miró cuando me aparté de él. Sus
ojos grises me atravesaron. Me despedí, pero antes de que me fuera Pablo me
agarró del brazo y me miró los labios. Luego me miró y cómo si hubiera visto dentro
de mí, tiró de mí hacia él y me besó con fuerza mientras sus manos recorrían mi
espalda y se posaban en mi cintura deslizándolas con suavidad.
Me aparté, pero no porque no me
hubiera gustado, si no porque debía irme.
-Lo siento…-me susurró. No entendí
porque se disculpaba así que le devolví el beso.
- No lo sientas.-me despedí con una
sonrisa y me fui.
Escuché a Tulán ladrando.
Sonreí por lo ocurrido pero me
preocupaba su comportamiento, su cicatriz… todo era muy raro.
Crucé la calle y me encontré con
Carlos.
-Buenos días, preciosa.- me
sorprendí.
-¿Has estado siguiéndome?
-No, claro que no.- supe que mentía
por su manera de sonreír. Llevaba aún restos del puñetazo que Pablo le había
dado la noche anterior.
-No le hagas daño, estaba borracho,
el no quería hacerlo. Es buen chico.-me refería a Pablo, por supuesto.
-¿Quién? ¿Ese tal Pablo? Lo conozco
desde hace años y siempre me ha parecido rarito, llegas tú y se pone celoso
solo porque hable contigo. Se ve a kilómetros que está pillado por ti.
Agaché la mirada al suelo.
-¿No te gustara, verdad?- me
preguntó. Empezó a parecerme que se entrometía demasiado.
-No es asunto tuyo. Lo siento
Carlos debo irme, llego tarde a casa.
-Ah, ¡que aún no has llegado! Has
pasado la noche con él… en su casa.-alzó las cejas varias veces seguidas. Yo lo
miré con odio, me estaba aguantando las ganas de bofetearle.
- ¿Qué quieres de mi? ¿Por qué me
sigues?
-Soy solo un chico de tu clase que
quiere conocerte.
-¿A sí? ¿Lo de acosarme también
entra en tu lista de cosas que haces con las nuevas? No voy a caer, Carlos, no
soy tan gilipollas.
El pasó de mi comentario y siguió
sonriendo. Aquella sonrisa me ponía nerviosa.
-Ya nos veremos, preciosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario