miércoles, 23 de enero de 2013

Capitulo 7 Daniela


No podía, me mataba la intriga, aquella cicatriz era de lo más extraña, no pude llegar a imaginarme lo que le había pasado, así que acabé preguntándole.
-¿Y qué te pasó?
El suspiró.
-No lo recuerdo, la verdad es que era muy pequeño… no… lo recuerdo.- De pronto se encorvó hacia atrás y aulló de dolor.
-¿Qué te pasa?
-Nada, nada, estoy bien, solo es un pinchazo, un maldito pinchazo.- Se pasó la mano por la espalda con la mirada perdida hasta que sus ojos volvieron a posarse en mi, se notaba que intentaba disimular el dolor.- Deberías irte. Tú madre estará preocupada.
-Sí, bueno, tal vez sea mejor que te deje descansar.- Dije mientras cogía mi bolso y me peinaba un poco con los dedos.- Anoche te apunté mi número de teléfono en el móvil, cuando necesites hablar ahí estaré.
Sacudí mis brazos y los dejé caer.
-Bueno… me voy.- Me acerqué a él y le besé al lado de su boca, tal y como él había hecho la noche anterior.
Me miró cuando me aparté de él. Sus ojos grises me atravesaron. Me despedí, pero antes de que me fuera Pablo me agarró del brazo y me miró los labios. Luego me miró y cómo si hubiera visto dentro de mí, tiró de mí hacia él y me besó con fuerza mientras sus manos recorrían mi espalda y se posaban en mi cintura deslizándolas con suavidad.
Me aparté, pero no porque no me hubiera gustado, si no porque debía irme.
-Lo siento…-me susurró. No entendí porque se disculpaba así que le devolví el beso.
- No lo sientas.-me despedí con una sonrisa y me fui.
Escuché a Tulán ladrando.
Sonreí por lo ocurrido pero me preocupaba su comportamiento, su cicatriz… todo era muy raro.
Crucé la calle y me encontré con Carlos.
-Buenos días, preciosa.- me sorprendí.
-¿Has estado siguiéndome?
-No, claro que no.- supe que mentía por su manera de sonreír. Llevaba aún restos del puñetazo que Pablo le había dado la noche anterior.
-No le hagas daño, estaba borracho, el no quería hacerlo. Es buen chico.-me refería a Pablo, por supuesto.
-¿Quién? ¿Ese tal Pablo? Lo conozco desde hace años y siempre me ha parecido rarito, llegas tú y se pone celoso solo porque hable contigo. Se ve a kilómetros que está pillado por ti.
Agaché la mirada al suelo.
-¿No te gustara, verdad?- me preguntó. Empezó a parecerme que se entrometía demasiado.
-No es asunto tuyo. Lo siento Carlos debo irme, llego tarde a casa.
-Ah, ¡que aún no has llegado! Has pasado la noche con él… en su casa.-alzó las cejas varias veces seguidas. Yo lo miré con odio, me estaba aguantando las ganas de bofetearle.
- ¿Qué quieres de mi? ¿Por qué me sigues?
-Soy solo un chico de tu clase que quiere conocerte.
-¿A sí? ¿Lo de acosarme también entra en tu lista de cosas que haces con las nuevas? No voy a caer, Carlos, no soy tan gilipollas.
El pasó de mi comentario y siguió sonriendo. Aquella sonrisa me ponía nerviosa.
-Ya nos veremos, preciosa.

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