Cuando desperté a la mañana
siguiente supuse que todo había sido un sueño, que nada había sido real. Sus
ojos mirándome de aquella manera, como nunca lo habían hecho. Su nombre sonando
en eco y luego el olvido. Y su figura sentada en los pies de mi cama, con unas
enormes alas replegadas. Era como si estuviera apenado o arrepentido de algo.
¿Debía estarlo? Me sentí perdida. Me levanté de la cama en un ambiente de
confusión. La habitación dio un par de vueltas. No lo recordaba. No conseguía
recordar cómo se llamaba.
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No le di importancia y bajé a
desayunar. Aquel día se me hizo eterno. No salí de casa en todo el día. Me
entretuve en ordenar mi habitación, faena que me guardaba para los domingos, y
luego encendí el ordenador sin saber muy bien porque lo hacía.
Cuando se iluminó la pantalla con
el Windows 7 y hubo aparecido mi escritorio con una foto en la cual aparecíamos
mamá, papá y yo, se me empañaron los ojos. Pensé en mi padre, en lo pequeña que
era yo cuando murió, en lo mucho que le echaba de menos ahora.
Hice un clic sobre el ícono del
“Google Chrome“ y apareció la página de Google. Puse el ratón sobre la barra de
búsqueda y tecleé: historias de ángeles y demonios.
Me aparecieron miles de páginas
sobre historias distintas que hablaban de estos seres.
Cliqué en la cuarta y leí
atentamente:
“ÁNGELES
Las figuras de los ángeles
emergen de un fondo mitológico múltiple.
Ordinariamente, las figuras de los ángeles cumplen una triple
función: la de seres semidivinos que constituyen una especie de corte
celestial; la de guardianes de los hombres, de los pueblos o de determinados
seres naturales; la de mensajeros de los dioses e intermediarios entre éstos y
los hombres.
Cómo reconocer a un ángel
Los ángeles se esconden entre la gente, suelen ser discretos y no
muy sociales. Sus alas se cobijan en unas enormes cicatrices en su espalda y
normalmente tienen la temperatura de su cuerpo superior a los 40 grados.
En caso de los ángeles de la guarda, seres inmortales, suelen
guardar el alma de alguien de quien están enamorados, y tan solo pueden morir
de tres maneras:
-
Si el alma que guardan
muere.
-
Si la persona a la que
protegen se olvida de ellos completamente.
-
Si se consumen por el
fuego”
Me sorprendí, pero seguí
leyendo:
“DEMONIOS
Los demonios aparecen como una nueva figura de ese abigarrado
mundo intermedio entre los dioses y los hombres. El primer rasgo que
caracteriza esta figura es la pluralidad de formas que reviste lo demoníaco. En
un estudio sobre las figuras en que se ha representado lo diabólico siempre
concluirá en una totalidad parcial, una suma de fragmentos que no se pueden
reducir a la unidad. Deformidad, pluralidad y caos serán los caracteres de la
plástica diabólica a través de las civilizaciones más alejadas en el espacio.
Como reconocer a un demonio:
Los demonios, al igual que los ángeles, son personas que pasan
desapercibidas, son poco sociales y a menudo buscan problemas.”
Cuanto más leía más
familiar me parecía. Él y Carlos, Carlos y él. ¿Podía ser verdad lo que leía?
¿Podía ser él un ángel? Todo encajaba. Sus cicatrices, la fiebre, su manera de
ser, pero sobre todo esos ojos tan surrealistas, tan profundos, tan grises, tan
suyos.
¿Y Carlos? ¿Y ese odio
que se llevan entre los dos? ¿Competencia para ganarme? ¿Los celos? Ya no sabía
lo que era real y lo que no. Pero mi cabeza solo podía pensar en una frase:
“Un ángel de la
guarda…”
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